Los ángeles y los pastores
8 Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. 9 Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. 10 Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: 11 que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. 12 Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. 13 Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían:
14 ¡Gloria a Dios en las alturas,
Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!
15 Sucedió que cuando los ángeles se fueron de ellos al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: Pasemos, pues, hasta Belén, y veamos esto que ha sucedido, y que el Señor nos ha manifestado. 16 Vinieron, pues, apresuradamente, y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. 17 Y al verlo, dieron a conocer lo que se les había dicho acerca del niño. 18 Y todos los que oyeron, se maravillaron de lo que los pastores les decían. 19 Pero María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. 20 Y volvieron los pastores glorificando y alabando a Dios por todas las cosas que habían oído y visto, como se les había dicho.
Lucas 2:8-20
Cuando los pastores recibieron el mensaje de los ángeles no lo pensaron mucho, se pusieron en acción.
Probablemente nosotros hubiésemos ido hasta el pueblo para contarles la gran noticia. Ya sea para tener por un momento la atención de los demás o porque querríamos saber su opinión. Tal vez, por la emoción, nos hubiésemos quedado charlando sobre la maravillosa experiencia y luego sería muy tarde para visitar al recién nacido. Quizás nos habrían atrapado las dudas: «¿Fue real o lo imaginé? ¿Tú también los viste? ¿Será cierto que eran ángeles? A mí Dios nunca me habló, no sé si será del Señor o del diablo ¿Y si nos equivocamos y la gente se ríe de nosotros?»
A los pastores no les importó la opinión de la gente, o si quedaban en ridículo, o si era tarde para una visita, o si tenían olor a ovejas… Ellos dejaron su trabajo, tomaron un corderito para llevar de regalo y salieron a toda prisa. Ellos creyeron, fueron decididos y dieron prioridad a Dios.
Si el Señor les envió los ángeles para comunicarles el nacimiento del Salvador, a ellos que no eran gente importante ¿cómo no responder a ese regalo inmerecido dándole su mayor atención?
Aprendamos a valorar las bendiciones que Dios nos da. Demos prioridad a sus palabras. Cuando recibamos un mensaje (aunque no venga a través de ángeles) pongámoslo por obra. Honremos al Señor dándole el primer lugar y dejando que Él cambie nuestros planes.