Jesús contó esta parábola para explicar la importancia de buscar a los perdidos, porque hay gozo en los cielos «por un pecador que se arrepiente» (Lucas 15:10). A veces le damos más importancia al dinero que al alma. Si una persona tiene salud y dinero nos parece que está bien y no necesita de Dios. Lo cierto es que estar en buena relación con Dios es más importante que cualquier otra cosa.
Es interesante ver que la moneda estaba perdida, aunque todavía estaba en la casa. Estar en la Casa de Dios no nos garantiza que seamos salvos. Si notamos que nos cuesta orar, que no sentimos nada cuando vamos a la iglesia… ¡Cuidado! Busquemos lo que perdimos. Limpiemos nuestro corazón de toda «basura» hasta encontrar ese gozo y amor que trae la comunión con el Espíritu Santo.