Él perro guardián cuida lo suyo, pero el avaro pierde la bendición de Dios. “Por tanto, daré a otros sus mujeres, y sus campos a quienes los conquisten; porque desde el más pequeño hasta el más grande cada uno sigue la avaricia; desde el profeta hasta el sacerdote todos hacen engaño.” Jeremías 8:10

Avaricia

El perro guardián gruñe al que se acerca a su casa. Es su tarea cuidar que nadie robe o dañe a su familia.

El avaro casi gruñe cuando se trata de gastar dinero, pero eso no esa no es su función. Dios quiere que cuidemos lo que nos da, pero sin olvidarnos del amor al prójimo y de ponerlo a Él en primer lugar. Por eso el avaro pierde la bendición divina.

Él perro guardián cuida lo suyo, pero el avaro pierde la bendición de Dios.

“Por tanto, daré a otros sus mujeres, y sus campos a quienes los conquisten; porque desde el más pequeño hasta el más grande cada uno sigue la avaricia; desde el profeta hasta el sacerdote todos hacen engaño.”  Jeremías 8:10