Cuando servimos a nuestro prójimo es como si le diéramos esa muestra de amor a Jesús. Él ya no está físicamente en este mundo, pero a través del Espíritu Santo, Dios vive en los corazones de sus hijos. Incluso si no son hijos de Dios, el Señor tiene en cuenta el servicio que hacemos por los necesitados. En Proverbios dice: «A Jehová presta el que da al pobre, Y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar.» (Proverbios 19:17). También Jesús dijo: «Mas cuando hagas banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos; y serás bienaventurado; porque ellos no te pueden recompensar, pero te será recompensado en la resurrección de los justos.» (Lucas 14:13-14)