El perro guardián gruñe al que se acerca a su casa. Es su tarea cuidar que nadie robe o dañe a su familia.
El avaro casi gruñe cuando se trata de gastar dinero, pero eso no esa no es su función. Dios quiere que cuidemos lo que nos da, pero sin olvidarnos del amor al prójimo y de ponerlo a Él en primer lugar. Por eso el avaro pierde la bendición divina.