No te hagas el fuerte, no creas que puedes vencer los deseos de la carne. El pecado es más fuerte.
No pienses que sin la ayuda de Jesús podrás vencer al diablo. Ni la determinación, ni tus palabras, ni el poder de tu espíritu te servirán en esta lucha. Solamente si vas en el nombre de Cristo lo derrotarás. No eres tú, es el Espíritu de Dios en ti, el que te hace vencedor.