A veces nos creemos más importantes de lo que somos. Pensamos en todas las cosas que hacemos para Dios, en lo que conseguimos en nuestra vida, en los halagos que recibimos de la gente… Pero ¿qué tan ricos somos espiritualmente? Incluso puede ser que esos halagos sean falsos, o que aparentemos tener más dinero o éxito de lo real. Puede ser que engañemos a los demás, pero no a Dios. Él ve nuestra condición, incluso nos ve por dentro.
Aunque Dios ve nuestra miseria espiritual, no nos desprecia. Él quiere hacernos ricos, cubrir nuestra vergüenza con su gracia, abrir nuestros ojos para que veamos qué es lo que verdaderamente importa. Aprovecha esta oportunidad, hazle caso a Dios, no te quedes desnudo.