Los filisteos atacaron y los demás guerreros pelearon para defender sus familias y su ciudad. Pero uno de los valientes de David vio la importancia de ese terreno de lentejas. En tiempos de guerra el alimento escaseaba, por falta de mano de obra ya que los hombres tomaban las armas y porque el ejército enemigo robaba o destruía lo que encontraba. Aunque nadie lo ayudó, Sama se armó de valor y se enfrentó solo a los soldados, para defender esa fuente de alimento.
Hoy en día, nuestros enemigos son espirituales. La mayoría de los cristianos ora para defender sus familias. Pero alguien tiene que levantarse para defender esos «terrenos de lentejas», esas fuentes de alimento espiritual. Esto significa orar para que los templos sigan abiertos, para que la Biblia («la palabra profética más segura» 2º Pedro 1:19) no sea olvidada o pase a un segundo lugar, es «pelear» por un momento en familia para dedicarlo a adorar, es orar para que nuestros pastores y líderes reciban mensajes de lo alto y significa también no descuidar la obra que Dios nos mandó hacer: «Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra». (Juan 4:34) ¡No dejemos que el Diablo nos quite nuestro alimento!