El mundo está cada vez más peligroso. Sus valores contradicen los que desde el comienzo sostuvieron la sociedad, los que Dios nos enseñó.
Debemos ser como niños: no creernos que la sabemos todas, no pensar que podemos solos. Porque si nos enfrentamos al mundo con nuestras fuerzas, de una u otra forma, nos va a ganar. Con violencia y sufrimiento, o sutilmente y fingiendo amistad, el enemigo va a ensuciar nuestra conciencia y enfriar nuestro corazón. Y cuando Cristo venga a buscarnos ¿seremos parte del pueblo escogido? ¿estaremos llenos de los frutos del Espíritu Santo? ¿amaremos a Dios y a nuestro prójimo como Jesús nos demandó?