Ir en contra del mundo es cansador. Sobre todo cuando parece que cada vez son menos los fieles.
A medida que pasan los años, vemos que muchos deciden dejarse llevar por la corriente, volviendo a la vieja vida. No se dan cuenta que lo que ofrece el mundo es pasajero y que Satanás aprovecha para engañarlos y esclavizarlos.
Incluso algunos líderes, por distintos motivos, pierden el rumbo. Olvidan cuál era el llamamiento recibido, amando el dinero más que a las almas, poniendo a su familia antes que a Dios, o prefiriendo la aceptación de la gente en vez de la aprobación del Señor.
Sí, es cansador insistir cuando la carne quiere dormir en vez de orar, cuando desea quedarse a ver el partido o salir a la plaza en vez de ir a la iglesia. Es agotador seguir anunciando la verdad cuando parece que nadie escucha, buscar la santidad cuando incluso en la iglesia te llaman legalista o fanático. ¡Pero la recompensa es mejor de lo que pudiéramos soñar!
Vale la pena recordar los mandamientos hasta el final, seguir firme en el Camino, porque lleva al Cielo. «El que persevere hasta el fin, este será salvo» (Mateo 24.13). Además, todo lo que hacemos queda registrado, Dios lo tiene en cuenta para darnos la recompensa acá y en la vida eterna. Por eso, aunque mi ánimo esté cansado, seguiré firme.