Yo estimo la rectitud y pureza de tus mandamientos; por eso me he alejado de la senda de mentira. Salmos 119:128 RVC

¿Será cierto?

Los mandamientos de Dios son rectos y puros. Él no dice media-verdades ni se anda con vueltas engañosas. Sabemos que todo lo que proviene de él es bueno, justo y puro.

En cambio, el enemigo mezcla verdad y mentira, sus caminos no son puros. Un poco de hechos históricos, otro poco de leyenda, un poco de superstición, otro poco de exageración. Él es el padre de la mentira, así que no hay justicia ni rectitud en sus propuestas. Nos seduce con el camino fácil: Solo hay que hacer un voto, no es necesario arrepentirse de los pecados ni cambiar de vida, ¡así de fácil puedes conseguir lo que quieras! Claro, nunca dice toda la verdad, jamás va a hablarte de las ataduras espirituales, de toda la gente que no recibe lo que pide, de los espíritus que atraes con la idolatría, del destino eterno del alma…

Por eso el salmista dice que estima la rectitud y pureza de los mandamientos de Dios. Porque al leer la Biblia sabes qué esperar del Señor y qué espera de ti. Él no trata de convencerte a base de engaños. Y lo mejor es que su objetivo es nuestro bien, porque nos ama.

Yo estimo la rectitud y pureza de tus mandamientos; por eso me he alejado de la senda de mentira.
Salmos 119:128 RVC

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