Dios había mandado a Elías al arroyo porque venía una sequía grave. Allí, cada día, los cuervos le llevaban pan y carne por la mañana y otra vez por la tarde. Pero el arroyo se secó, no había agua para tomar.
Pero eso no significaba que Dios se hubiera olvidado de su profeta amado. Le dijo: «Levántate» porque ya tenía preparada otra fuente de bendición. Esta vez no solo para él, sino también para una viuda y toda su casa.
No te angusties si parece que el panorama se pone difícil. Solo sigue confiando en tu Dios fiel. Pídele que te muestre cuál es el siguiente paso a dar.