La crisis muchas veces no solo nos golpea por fuera (nuestros bolsillos, nuestra salud), también se nos mete en la mente y el corazón. Trae desaliento, dudas, ansiedad. Nos arrastra como a un árbol arrancado de raíz, amenazando muerte.
Pero nada puede apartarnos del amor de Dios1. Por eso nos hace llegar una palabra a tiempo que mantiene a flote nuestra fe. Porque si el enemigo es poderoso ¡más poderoso es nuestro Dios! Si la crisis nos empuja hacia el fondo, ¡la mano del Creador nos sostiene y nos levanta para hacernos sentar con príncipes y heredar un sitio de honor2!
1 ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito:
«Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; somos contados como ovejas de matadero». Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Romanos 8:35-37
2 El levanta del polvo al pobre, Y del muladar exalta al menesteroso, Para hacerle sentarse con príncipes y heredar un sitio de honor. Porque de Jehová son las columnas de la tierra, Y él afirmó sobre ellas el mundo. 1° Samuel 2.8