El enemigo viene como un río desbordado, pero tenemos un salvador

Sálvame, oh Dios, Porque las aguas han entrado hasta el alma. Salmos 69:1

Foto: tronco flotando en el río. Garganta del Diablo, Cataratas del Iguazú.

La crisis muchas veces no solo nos golpea por fuera (nuestros bolsillos, nuestra salud), también se nos mete en la mente y el corazón. Trae desaliento, dudas, ansiedad. Nos arrastra como a un árbol arrancado de raíz, amenazando muerte.

Pero nada puede apartarnos del amor de Dios1. Por eso nos hace llegar una palabra a tiempo que mantiene a flote nuestra fe. Porque si el enemigo es poderoso ¡más poderoso es nuestro Dios! Si la crisis nos empuja hacia el fondo, ¡la mano del Creador nos sostiene y nos levanta para hacernos sentar con príncipes y heredar un sitio de honor2!


1 ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito:
«Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; somos contados como ovejas de matadero». Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Romanos 8:35-37

2 El levanta del polvo al pobre, Y del muladar exalta al menesteroso, Para hacerle sentarse con príncipes y heredar un sitio de honor. Porque de Jehová son las columnas de la tierra, Y él afirmó sobre ellas el mundo. 1° Samuel 2.8

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