Dios te limpia, luego te enciende con su Espíritu, te pone en lugar visible y espera que alumbres: Si te ensucias con pecado apagas tu luz. Si te falta la presencia del Espíritu Santo no tienes energía y tu luz es débil. Si te escondes por timidez o temor, no alumbras.
Pero si das luz a los que están en tinieblas, Dios te pondrá en alto, para que alumbres más lejos.