Si el Señor te sacó de lo más bajo, si te sanó, si hizo grandes milagros y te dio dones… pero dudas de la palabra de vida, no sirve.
Llegado el momento, solo podrás sostenerte ante la presión del enemigo si te aferras con toda tu fe a las promesas de Dios. Agárrate como esa enredadera para que nada te haga caer.
«Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna«. Juan 3:16