La misericordia de Jesús es enorme. Entregó su vida por la humanidad. Comía con pecadores. Muchas veces mostró su compasión. Pero en esta ocasión se despertó su ira ¿Qué fue lo que lo hizo reaccionar así.
Lo que indignaba a Jesús era que convirtieran la Casa de su Padre en «cueva de ladrones», en mercado. Porque el templo debería ser casa de oración.
También hoy en día debemos cuidar la santidad de su casa. No olvidemos cuál es su propósito: ser Casa de oración, lugar para adorar a Dios. Miremos nuestro corazón, para ver si hay algo que ofende al Señor y limpiemos su casa.