Este mundo adora a las riquezas. La gente se desespera por tener más y más bienes. Muchos malgastan su dinero en la quiniela o la lotería soñando con volverse ricos. Otros se vuelven avaros, viven con miedo a perder sus posesiones. Preocuparse en exceso por los bienes materiales no agrada a dios «porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.» (1 Timoteo 6:10).
Si tenemos a Dios en nuestros corazones, entonces somos en verdad ricos. Él nos protegerá mejor que cualquier guardaespaldas. Proveerá para nuestras necesidades. Nos dará gozo. Podremos disfrutar del verdadero amor. Y lo mejor es que sus bendiciones no son temporales, son nuestras por la eternidad.