Cuando Jesús iba a nacer no había lugar en la posada, le dieron un pesebre. Cuando predicó su mensaje no hubo lugar para sus palabras y le dieron una cruz. Pero él resucitó y sigue llamando a la puerta de tu corazón.

Un himno tradicional que responde a nuestra pregunta: ¡Ven a mi corazón, oh Cristo, pues en él hay lugar para ti!
Otra versión más actual
