Los hijos de Dios no peleamos con gritos, insultos, demandas judiciales, burlas ofensivas. Jesús nos enseñó a amar a nuestros enemigos y dar la otra mejilla: «Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite la capa, ni aun la túnica le niegues.» (Lucas 6:29). Nuestros enemigos no son los seres humanos «Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.» (Efesios 6:12).
Por eso dejemos de hacer las cosas propias de los que andan en tinieblas. Nosotros somos luces como Jesús es luz del mundo. (Mateo 5:14 y Juan 8:12). Tomemos las armas espirituales: oración, ayuno, la Biblia, el nombre de Cristo, alabanzas a Dios, actos proféticos, etc.