Dios quería que Abraham entendiera que la recompensa por su fe y obediencia era enorme. No solo le estaba prometiendo un hijo, aunque era humanamente imposible por su edad avanzada y la esterilidad de su esposa. Le estaba asegurando que su descendencia sería incontable, como las estrellas.
Para darse una idea de lo grande que era su bendición, Abraham tuvo que salir fuera de su tienda y alzar los ojos a los cielos. Y para que no le quede duda, Dios le dijo que hiciera el intento de contar las estrellas, pues esa sería la cantidad de descendientes.
Nosotros decimos que creemos en Dios y que tenemos fe en sus promesas, pero nos cuesta imaginarnos los extraordinarios planes del Señor. Con nuestra falta de fe, limitamos las bendiciones que nos da. Como cuando Jesús fue a la ciudad donde se había criado y por la falta de fe no pudo hacer grandes milagros.
¡No limites los planes de Dios! No te quedes con una fe pequeña, que solo es capaz de recibir una bendición pequeña ¡Sal de tu casa, de ese lugar conocido, de esa estructura que te limita! No mires alrededor, a lo natural, a lo que alcanzaron los demás ¡Mira al Cielo! ¡Mira el enorme espacio lleno de más y más estrellas! Imagina lo que es capaz de hacer el Todopoderoso que creó el universo. Sus planes son más altos que los nuestros, más grandes, más perfectos ¡CREELE A DIOS y recibe algo extraordinario!