Para la cultura capitalista somos números, no le importan las personas, mejor no tenerlas en cuenta. Servimos cuando no se tienen que preocupar por nuestras necesidades, solo en que generemos dinero.
Para Dios somos sus hijos, su tesoro. Servimos cuando morimos al pecado y ya no vivimos nosotros sino Cristo en nosotros, cuando ya no existe el viejo hombre, porque ahora somos uno con Cristo. No solo existimos, vivimos con él y somos UNO con él.