Te toca a ti

Entonces Jehová dijo a Moisés: ¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de Israel que marchen.

Y tú alza tu vara, y extiende tu mano sobre el mar, y divídelo, y entren los hijos de Israel por en medio del mar, en seco.
Éxodo 14:15-16

Foto: orilla del mar al atardecer. Puerto Madryn, Chubut.

Los descendientes de Israel habían salido de la esclavitud en Egipto, después de las 10 plagas con las que Dios demostró su poder y su favor hacia su pueblo. Tenían por delante el mar y se acercaba Faraón con su ejército para hacerlos volver.

Ahí estaban esperando. Sabían que no podían quedarse en ese lugar. Pero nadie, ni siquiera Moisés, se animaba a poner su fe en acción. Sabían que tenían un Dios poderoso. Estaban seguros que su voluntad era llevarlos a la Tierra Prometida. Para llegar tenían que cruzar el mar. Pero…

Seguro que alguien pensó: “¿Y si Dios no hace el milagro? ¿Si nos equivocamos?” ¡Muchachos, quedarse quietos significa muerte o esclavitud! ¡Es que nadie piensa hacer algo!

Moisés se puso a orar. Dios le dice, en otras palabras: ¿Qué estás esperando? Te dije adónde ir, sabes cómo llegar. Sí, hay que cruzar el mar. Ya sé que no es un arroyo ¡Es que te olvidaste de las 10 plagas! ¿Dudas de mi poder? Basta de pedir dirección, ya la tienes. Basta de temblar de miedo ¡Avanza!

Es tiempo de actuar. Ya Dios hizo su movida. Nos toca jugar, jugarnos, a nosotros. Así que ¡En marcha!

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