Perseverar. Jesús hizo la oferta el último día de la fiesta. Los discípulos esperaron la promesa orando en el Aposento Alto durante 10 días, desde que Jesús ascendió al cielo.
Tener sed. Jesús dijo «el que tenga sed» porque es necesario desearlo con ansias, valorarlo.
Ir a Jesús. Sus palabras fueron «venga a mí». No es necesario que venga un reconocido apóstol o profeta, hay que ir a Dios.
Creer en Jesús. El Espíritu Santo es para los creyentes redimidos por Cristo, no para los incrédulos.
Brota del interior. Tiene que nacer de lo más profundo, no sirve hacer una oración de labios para afuera.
Dejarlo correr. El Espíritu no es un estanque que permanece quieto en nosotros, es un río que corre hacia el exterior para alcanzar a otros. Si intentamos contenerlo, mantener la compostura, ser discretos… no vamos a recibir la llenura del Espíritu.
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