El ángel no removió la piedra para que Jesús saliera, porque ya estaba fuera cuando las mujeres llegaron al sepulcro. Lo hizo para que ellas pudieran entrar, ver vacío el lugar donde habían puesto el cuerpo, con los lienzos doblados y el sudario enrollado. Si no veían la tumba vacía no creerían.
Las mujeres al comprender lo que había ocurrido, corrieron a darles la noticia a los discípulos, como les dijo el ángel. Pero los hombres no creyeron sus palabras. Pensaron que estaban locas. Tuvieron que ir a la cueva que servía de sepultura, entrar y ver.
«Mas a ellos les parecían locura las palabras de ellas, y no las creían. Pero levantándose Pedro, corrió al sepulcro; y cuando miró dentro, vio los lienzos solos, y se fue a casa maravillándose de lo que había sucedido.» (Lucas 24:11-12)
Dios está interesado en que creas. Jesús les había contado lo que iba a suceder: «Acordaos de lo que os habló, cuando aún estaba en Galilea, diciendo: Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado, y resucite al tercer día.» (Lucas 24:6-7). Pero ellos se habían olvidado de sus palabras. También nosotros muchas veces olvidamos las promesas recibidas del Señor. Por eso, necesitamos quitar la piedra que nos impide ver la evidencia. Miremos las señales, dejemos las dudas, creamos de una vez por todas que las palabras de Dios son verdad.
Saquemos la piedra, entremos con la compañía de los ángeles y sequemos las lágrimas de dolor porque hoy es día de victoria. Jesucristo venció la muerte, el pecado y todos sus males. Si estamos en él somos victoriosos.