Hay gente muy talentosa para cantar. Los que son cristianos cantan gloria a Dios ¡Pero que la alabanza sea gloriosa es otra cosa!
Para empezar, cantar y alabar no es lo mismo. Alabar es decir algo bueno, como cuando alabamos a la cocinera porque se lució con la comida. Todos podemos alabar a Dios, aunque no sepamos o no podamos cantar.
Damos alabanza con palabras, con aplausos, con gritos de júbilo, vistiendo una remera con una frase que resalte nuestra fe en Dios o su amor. También con nuestra forma de ser y actuar. Porque como hijos de Dios podemos darle gloria siendo generosos, íntegros, bondadosos; o avergonzarlo, cuando actuamos de manera egoísta, orgullosa, con rencor.
Hoy la Palabra nos dice que alabemos a Dios de forma gloriosa ¿Sabes lo que es eso? Es cuando al cantar, hablar de Jesús o hacer algo en su nombre ocurre algo poderoso. Porque Dios habita en medio de la alabanza de su pueblo ¡Cuando alabamos de corazón al Señor Él se manifiesta! Somos tocados por el Espíritu Santo. Los que oyen o ven se dan cuenta que hay algo sobrenatural.
Alaba a Dios de tal forma, que sea un momento memorable. Vive de tal forma que tus actos sean una alabanza a Dios. Para que el Espíritu Santo te use y las vidas sean marcadas por ese momento glorioso, en que decidiste dar gloria a Dios en vez de hacer la voluntad de tu carne.