La sociedad actual le dio la espalda a Dios. En vez de adorar al Padre, lo cambió por la leyenda de Papá Noel.
Les viene bien para vender. Así pueden seguir con sus vidas egoístas, centradas en el placer y el materialismo. Pero la felicidad que prometen es un engaño como papá Noel.
Yo elijo hablarle a Dios, yo prefiero seguir su voluntad, que es agradable y perfecta.