¿Por qué el diablo termina atrapándonos en sus redes?
Si se presentara delante nuestro como un ser de color rojo y cuernos, no querríamos escuchar nada de lo que tendría que decir. Saldríamos corriendo en la dirección contraria a la que nos quisiera llevar. Pero el enemigo es astuto.
Las armas de Satanás son mucho más sutiles de lo que pensamos: nos seduce con la moda, la aceptación social, nuestro orgullo, cosas que parecen buenas. Nos dice mentiras que se suenan muy reales: «Si quieres que acepten el mensaje de Dios no hables de pecado porque la gente se ofende y no te escucha». Y así consigue que nos vayamos apartando de la verdad.
Sansón había sido elegido por Dios antes de nacer. Como símbolo de su llamado no tenía que cortarse el pelo. Cada vez que tenía que luchar, venía el Espíritu sobre él y le daba una fuerza sobrehumana. Sus enemigos le tenían miedo. Parecía invencible ¡Pero se dejó engañar y fue derrotado sin oportunidad de dar ni un solo golpe!
¡No bajemos la guardia! Cuidemos nuestra relación con Dios. Tenemos que orar, leer la Biblia y juntarnos con gente que ame a Dios de verdad. Así el enemigo no podrá engañarnos porque estaremos alertas. Y el Espíritu Santo no se apartará de nosotros cuando más lo necesitemos.