El versículo de hoy son las palabras que Jehová le dijo a su pueblo Israel. Un poco antes les preguntaba: «El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra? y si soy señor, ¿dónde está mi temor? dice Jehová de los ejércitos a vosotros, oh sacerdotes, que menospreciáis mi nombre«. Los sacerdotes hacían como si Dios les importara, pero en realidad solo servían en el Templo por el sueldo. Le presentaban ofrendas, pero en vez de sacrificar animales sin defecto como indicaba la Ley, le daban lo que nadie quería, lo peor. Se creían que era lo mismo: Total Dios es bueno.
Cuando nos acercamos a Dios debemos recordar que no estamos ante cualquiera. Es la persona más importante en todo el mundo, porque es el Creador. Él merece honra, respeto y amor.
En cierta oportunidad Jesús preguntó: «¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?» (Lucas 6:46). Si fuera un tirano que quiere aprovecharse de nosotros, tendría sentido que no quisiéramos hacer lo que nos dice, pero él es bondadoso, quiere lo mejor para nosotros. Él nos demostró cuánto le importamos «Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos«. (Juan 15:13). Demostrémosle nuestro amor y respeto.