«Sácianos de tu misericordia».
El Salmo 90 es una oración de Moisés, donde recuerda la brevedad de la vida y las terribles consecuencias de la ira de Dios. Después le dice las palabras de este versículo. Él había visto el poder de Dios a favor de sus hijos: cómo las plagas azotaron Egipto hasta que los dejaron marchar libres, cómo el mar se abrió para que pasaran en seco y tragó a sus enemigos, cómo la nube los guiaba de día y era columna de fuego por la noche, cómo el maná descendía cada día del cielo para alimentarlos. Pero también presenció la ira de Jehová sobre los rebeldes. Moisés sabía que ninguno es perfecto, por eso solo podemos pedir la misericordia del Santo y Todopoderoso Dios.
Busquemos de mañana su misericordia. No un poco, sino misericordia hasta saciarnos. Hasta que seamos libres, hasta que desaparezcan nuestros enemigos, hasta que encontremos la guía segura para saber dónde ir, hasta que haya alimento en nuestros hogares y nos sintamos seguros en los brazos el Buen Pastor. Y luego cantemos alabanzas a su nombre y alegrémonos todos los días.