El mundo mide el éxito en números: cantidad de personas, recaudación, valor económico de los bienes. Muchas veces nos sentimos menos porque nuestra iglesia es pequeña, somos pocos, no tenemos grandes riquezas. No es así como nos ve Dios. Él elige lo pequeño, lo frágil, lo que el mundo menosprecia para mostrar su gloria. Porque su poder se perfecciona en la debilidad (2 Corintios 12:9) .
Dios es dueño de todo. Él podría haber nacido en un palacio. Él podría haber elegido como profetas a los famosos. Él podría haber escogido a los más reconocidos eruditos para enseñar su palabra. Pero no lo hizo así, «sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte» (1 Corintios 1:27).
Cuando decidió nacer como hombre eligió una pequeña aldea. Eso no significa que quisiera estar escondido, o que su mensaje solamente es para algunos. Los ángeles anunciaron su nacimiento a sencillos pastores de ovejas, mientras la estrella de Belén guiaba a los ricos magos de oriente. También se encargó que ellos anunciaran el gran acontecimiento en la corte del rey Herodes. Jesús dijo: «…al que a mí viene, no le echo fuera» (Juan 6:37b). Pero para que que venga a tu vida tienes que ser humilde de corazón, no buscar tu propia grandeza sino la gloria de Dios.