Cuando parezca que Dios ya no tiene misericordia, que seguramente con ira dejó encerradas sus muestras de piedad ¡No lo creas! Si realmente piensas que el Señor se olvidó de su misericordia ¡estás enfermo! ¡Deliras como si tuvieras fiebre!
Acuérdate todos esos años en que el Altísimo sostuvo a sus hijos con su mano derecha. Trae a tu memoria todos los favores que te hizo.
Nunca olvides lo que Dios hizo por ti. Así, si viene la duda, o si las circunstancias hacen parecer que el Señor ya no nos ama, ese recuerdo imborrable sostendrá tu fe ¡y tu gozo no lo quitará nadie ni nada!
Di conmigo: ¡Dios siempre tuvo misericordia y aún tendrá piedad de mí! ¡LA VICTORIA VIENE!