¿En quién vamos a confiar? ¿En el gobierno de turno? ¿En los economistas? ¿En el sistema de salud? ¿En una empresa de seguros? Solo Dios puede darnos la tranquilidad de saber que no nos va a fallar. Él tiene la respuesta a cada una de nuestras inquietudes. Y nos conoce personalmente. ¿Nos atrevemos a despreciar su consejo solo porque no lo vemos?