Los fariseos eran estudiosos de la Ley de Dios, pero no reconocieron que Jesús era el Mesías que estaban esperando. Hace falta no solo conocer la Palabra de Dios sino conocerlo a Él, mantenernos en contacto con su Santo Espíritu. Si estamos en comunión con él, podremos discernir los tiempos y propósitos de Dios, para que no nos tomen desprevenidos.