En la vida es inevitable pasar momentos duros. Como existen días de sol y días lluviosos, hay tiempos felices y tiempos amargos. Algunas personas no soportan el dolor y se derrumban, entran en un cuadro depresivo. Otras estallan de rabia, volcando con violencia su frustración sobre los demás.
Pero nosotros tenemos un refugio para el alma. Un lugar donde refrescarnos si el ambiente levanta temperatura. Un sitio seguro donde no nos daña la tormenta. Ese refugio lo encontramos cuando oramos a solas, pero también cuando nos reunimos en la iglesia a alabar a Dios y escuchar su palabra. A veces, es una persona, una mujer o un hombre de Dios, que el Señor nos pone al lado para apoyarnos y guiarnos en el camino de la fe.
No te preocupes por lo que vendrá. Dios te guarda.
Dariann González – Tú