Cuando Dios le cierra la puerta a uno de tus enemigos, es para siempre. Solo tú puedes abrirle de nuevo la puerta.
Si luchabas contra la depresión, una enfermedad física o un ataque espiritual y Jesús te libertó ¡Es para siempre! No tengas miedo de que vuelvas a sufrir lo mismo. Mientras te mantengas cerca de Dios y resistas al diablo, ya no podrá entrar a tu vida.