
No te expongas a una situación que no puedas controlar. Si ves el peligro, ¡corta la energía enseguida!
El deseo sexual, las pasiones desordenadas, los malos deseos y otros pecados son como un fuego que se enciende y entonces es muy difícil apagarlo. Por eso, así como cortamos la electricidad cuando vemos fuego, cortemos enseguida la energía que le damos a esos pensamientos. No nos arriesguemos. Apaguemos de inmediato esos pensamientos, apenas aparecen. No le dediquemos energía, no le demos lugar en nuestras mentes, que mueran antes de crecer.