Más de una vez he pensado que si Dios es amor y no hay nada que podamos hacer para que nos ame más, entonces da igual ser un pecador y arrepentirse en el último momento de vida o servirle fielmente por años. Pero Dios me enseñó que él es justo. Por eso recompensa a cada uno según sus obras (Hebreos 6:10; Mateo 10:42; Apocalipsis 22:12).
Si vas a la iglesia buscando sanidad, trabajo o cualquier otra bendición Dios lo sabe. También sabe si lo amas de verdad. Si es así él te librará cuando el maligno quiera tocarte o cuando envíe juicios sobre la tierra. Si realmente conoces a Dios, no solo de oídas, él te pondrá en alto. «El levanta del polvo al pobre, Y del muladar exalta al menesteroso, para hacerle sentarse con príncipes y heredar un sitio de honor.» (1º Samuel 2:8).