Los puentes, incluso los más fuertes, tienen un límite. No pueden soportar el peso de más personas. El puente de la foto se ve firme, pero solo puede sostener a uno por vez, como lo advierte el cartel. Jesús, en cambio, no tiene límites.
En el mundo nos vamos a encontrar que las cosas que parecían seguras se vienen abajo. Que las personas que pensábamos que podían ayudarnos no pueden con tantos necesitados. Que los «puentes» hacia nuestras metas se derrumban. Vayamos al Señor, porque Él siempre nos sostendrá.