A veces las circunstancias no son favorables. La vida se pone difícil. Nos sentimos agotados. Es que no se trata solo de que trabajamos duro. Es más que eso: es que tenemos que remar contra la corriente, es que no vemos el fruto de nuestro esfuerzo, es que parece que no llegaremos nunca a destino, es que da la impresión de que el trabajo es demasiado y nadie quiere tomárselo en serio.
Pero Dios nos ve. Y nos ama. Él nos da descanso y nos llena de nuevo vigor.