Cuando nos comparamos con la grandeza de la creación nos vemos tan pequeños, tan insignificantes. Sin embargo, para Dios somos importantes, ¡nos dio la oportunidad de convertirnos en sus hijos!
Dios lo hizo todo bueno en gran manera. Basta mirar la belleza del atardecer, la perfección de las leyes que establecen el verano y el invierno, la variedad de plantas comestibles, etc. Lamentablemente, los seres humanos al pecar nos corrompimos y ahora nuestro corazón nos lleva a la maldad. No solo arruinamos la naturaleza que amorosamente el Creador puso bajo nuestro domino, también hacemos mal a nuestro prójimo, e incluso destruimos nuestros propios cuerpos por los vicios y excesos. ¡Pero Dios sigue teniendo memoria de nosotros! ¡Sigue visitándonos, llamándonos, ofreciendo sus bendiciones!