Hay tantas cosas que nos gustaría tener, tantas cosas que quisiéramos hacer… pero no podemos. Eso no significa que debamos vivir amargados.
El diablo quiere convencernos para que nuestras metas sean cosas pasajeras, para que gastemos nuestras energías en aquello que solo satisface temporalmente y para que nos desenfoquemos de lo importante.
Hay otra manera de vivir. Cuando buscamos la voluntad de Dios descubrimos el valor del amor que nos acerca a las personas, la importancia de la fe que hace posible lo imposible, la fuerza de la esperanza que nos sostiene a través de las dificultades. Con el Señor encontramos un propósito que está hecho a nuestra medida, que nos hace brillar, nos da gozo y tiene recompensa en esta vida y en el más allá.
«Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.»
1 Corintios 13:13